viernes, 22 de junio de 2012

LA CONFIANZA


Por @EstebanLuceroV

La apuesta que comúnmente hacemos las personas por la seguridad, regularidad y predictibilidad del pensamiento y sobre todo de la conducta de los demás, de tal manera que éstas de den con arreglo a las expectativas que tenemos sobre ellas y las instituciones de las que son parte, es uno de los asuntos que más se cuestiona en el mundo de hoy.

Cuando vemos cómo varios gobiernos en Europa y Africa caen como castillo de naipes empujados en el primer caso por la desconfianza de los mercados respecto de sus anuncios de enmienda en el manejo fiscal y financiero, y en el segundo caso arrojados del poder por la violenta reacción ciudadana ante la impudicia de dictadores y sus dinastías, tomamos conciencia de la importancia de que la vida en democracia se sustente en el respeto irrestricto a los derechos humanos, en la vigencia plena de las libertades ciudadanas, en el alto sentido de responsabilidad que deben observar los dirigentes políticos y la gente de empresa, pero sobre todo en el compromiso que debemos tener los ciudadanos con el correcto manejo de los asuntos públicos. Así se construye la confianza

En estos días, una Cumbre de los países desarrollados y emergentes agrupados en el G20 y la Unión Europea acaban de aprobar en México un aporte de US$ 465 mil millones de dólares, cifra casi impronunciable por su magnitud, la misma que duplica la capacidad crediticia del Fondo Monetario Internacional (FMI), con la finalidad de que “vuelva la confianza” a los mercados, se disipe la incertidumbre sobre el futuro del euro y se pueda superar la crisis financiera de Europa. En América Latina muchos reflexionamos que ya se hubiera querido tener nuestra región la suerte del auxilio financiero tan generoso de estos días hacia Europa, cuando nosotros enfrentamos por dos décadas (años 80 y 90) una crisis de endeudamiento externo acompañada de asfixiantes programas de ajuste del FMI y el Banco Mundial.

A despecho del mencionado aporte del G20 (del que son parte algunos latinoamericanos)  para que Europa se salve de la crisis, en estos días también se reúne la Cumbre de Río + 20, la misma que congrega a más de 80 Jefes de Estado y de gobierno del mundo, con la notoria ausencia de los líderes de las principales potencias mundiales (EE.UU., China, Inglaterra, Alemania), y con la aún más notoria falta de certeza sobre las aportaciones de financiamiento que son urgentes de definir y comprometer si el planeta quiere configurar un modelo de desarrollo sostenible.

Son estos contrasentidos en cuanto a las prioridades mundiales: el doble estándar en cuanto a la atención que se presta –ahora sí-  a la crisis financiera europea, la misma que genera un multimillonario apoyo económico, en contraste con la notoria indiferencia en los compromisos políticos y económicos respecto del futuro de la naturaleza y del mismo planeta, los que terminan por socavar la confianza de los ciudadanos en la política y en el manejo económico y los que nos obligan a los ciudadanos a tomar partido en forma conciente, informada, responsable y orgánica por una sociedad que conduce, vigila y fiscaliza al Estado y al mercado.

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