Fredy Gómez, económista. MGPP 2012.
Hace apenas unos minutos, en la entrega del documento “propuestas para Chile”, se indicaba que, en términos de las ciudades, las políticas de vivienda no contienen un criterio integrador, de allí que con cierto peligro la sociedad tienda a polarizarse, cualidad que trata de ser abordada por la política pública.
Hace apenas unos minutos, en la entrega del documento “propuestas para Chile”, se indicaba que, en términos de las ciudades, las políticas de vivienda no contienen un criterio integrador, de allí que con cierto peligro la sociedad tienda a polarizarse, cualidad que trata de ser abordada por la política pública.
¿Integración a qué, me pregunto? Se me ocurre que deberíamos partir por hablar de los territorios como espacios geográficos creados para que, entre otras cosas, confluyan culturas, creencias, mercados y, dónde al final, se materialicen formas de vida. ¿Bajo esa óptica, qué tanto el hablar solamente de soluciones habitacionales aportan a una visión integral del territorio? ¿Puede el mercado, a través de sus fuerzas, ser integrador? O por el contrario, ¿quedará en las personas construir visiones de esos territorios para luego promover y restringir los medios, como el mercado, para logara esos idearios previamente establecidos?
El día de ayer, Bicipaesos Patrimonales, me permitió viajar en Bicicleta por Santiago y conocer cerca de 12 Cités. Los Cités (plural propio) fueron espacios de construcción generados por distintos motivos, entre ellos el contar con pequeñas comunidades que favorecieran un estilo de vida. Algunos de ellos, como el Cité Salvador SanFuente, fueron creados para favorecer la articulación de las personas con trabajos obreros, quizás para una clase media acomodada; independientemente de las características técnicas de construcción, políticas que respetan las diferencias favorecen la integración.
La actividad potenció la participación, fuimos casi 250 personas. El equipo coordinador, pequeño por cierto, logro articular, de forma sencilla, a personas con diferentes profesiones, edades, sexos e inquietudes. Y en el camino anduvimos contando experiencias de vida, reparando bicicletas, compartiendo fotos, etc.
Al final del recorrido, concluimos, “hoy día ganamos”. No fue solo el hecho de conocer algo de la arquitectura de Larrain y de Montt; fue también el transportados en el tiempo, el sentir eso que causa la dignidad de contar con una vivienda digna, en aquellos años; de construir juntos un recurrido participativo, sintiendo que esa construcción ciclística, ayudaba a crear la esperanza de vivir y convivir en una ciudad más humana, más integrada.